En el turbio Glasgow de los años setenta la ley no podía ser el único aliado de un policía.
«La última sensación de la novela negra.» Xavi Ayén, La Vanguardia
Glasgow, enero de 1973. Cuando un joven, casi un adolescente, dispara a una chica en mitad de una céntrica calle y después se suicida, el detective McCoy tiene la convicción de que no se trata de un acto de violencia aislado. Mientras lidia con un compañero novato, McCoy utiliza sus contactos para acercarse a la familia más rica de la ciudad, los Dunlop, pues allí le llevan sus pesquisas. En el mundo de los Dunlop cada infame deseo encuentra satisfacción, a expensas de los escalafones más bajos de la sociedad, donde malvive el que fuera el mejor amigo de McCoy en el orfanato, Stevie Cooper. La juventud de Harry McCoy, su temeridad y su cabezonería, que le llevan constantemente a cruzar la raya de la legalidad, son las únicas armas con las que el agente cuenta para resolver su primer caso.